La semántica de los parques del siglo XIX que tiene como trasfondo al propio Parque Batlle fue retomada por los proyectistas para idear un edificio contemporáneo sinónimo de identidad. Para recrear el edificio-pabellón, el tipo edificatorio se emplazó exento en todo su perímetro. Si bien la normativa dejaba construir hasta la medianera la intensión fue separarse.
El carácter icónico asociado a la identidad corporativa del grupo español Santander se conceptualizó a través de una envolvente que combina variedad de colores. El muro cortina resuelto con diez tipos de cristales distintos apoyados sobre paneles de aluminio es un filtro que gradúa la permeabilidad, controla el asoleamiento y las visuales. La paleta de colores fue especialmente seleccionada en función de los elementos del contexto urbano más próximo: las tejas, los ladrillos y la vegetación.
Toda la complejidad que supone el diseño de la envolvente se simplifica en la resolución volumétrica. El edificio es un prisma regular, simple y compacto de predominante direccionalidad horizontal en continuidad con el perfil de la calle.
El mismo se desarrolla en tres niveles apostando por una espacialidad abierta y flexible. La estructura portante independiente y el uso de tabiquería liviana para la compartimentación interior fueron elementos claves para la integración funcional del conjunto. En este sentido, los espacios interiores fluyen sin estar condicionados por el perímetro, predominando así grandes áreas integradas destinadas al trabajo de oficina. Sin lugar a dudas, el espacio protagonista es el hall en triple altura que parte del acceso y atraviesa todo el edifcio.
A la hora de proyectar un edificio de oficinas que estaría localizado en el área patrimonial de Parque Batlle, los arquitectos comprendieron que la tendencia del barrio estaba cambiando conforme a las dinámicas de movilidad de la ciudad contemporánea. Su materialización explota la importancia de la imagen y de la identidad en el contexto globalizado, no se buscó asemejarse al entorno sino todo lo contrario, comprender el valor de lo distinto como sinónimo de identidad institucional devolviéndole una imagen caracterizada al barrio. Decisiones de proyecto que van desde la escala hasta la propia conformación formal denotan una profunda reinterpretación del sitio en clave contemporánea.