En la Parroquia del Cristo Obrero el ladrillo y la luz son los protagonistas. Aquí aplica los principios estructurales desarrollados para la construcción de grandes luces mediante sheds de cerámica armada, siendo a su vez estructura resistente y gesto expresivo. Cada elemento y textura materializan la jerarquía de los espacios interiores y se cargan de simbolismo.
Al ingresar se percibe un ambiente espiritual, donde destacan los efectos de luz. Sobre la entrada se eleva el coro, allí el muro se convierte en una sucesión de planos inclinados que alternan con placas de ónix traslúcido. En los laterales, pequeños vidrios geométricos de colores matizan la entrada de luz que se proyecta sobre las ondulantes paredes.
La pared detrás del prebisterio es resuelta plásticamente con especial cuidado, mediante el uso de ladrillos trabados con sus ángulos salientes e iluminación desde abajo, logrando que el plano se desmaterialice en un juego de profundidades. Una pequeña claraboya de un intenso blanco perfora la bóveda sobre el altar, iluminándolo, convocando hacia sí las miradas de los fieles.
Fuera del recinto se ubica la torre campanario, proyectada como piedra fundamental de una futura plaza para la casa y el salón parroquial.
Su geometría pura contrasta con las ondas y relieves de la Iglesia y sin embargo la composición se acopla bajo el lenguaje arquitectónico del ladrillo. La verticalidad del cilindro es acentuada por columnas de pequeñas ventanas rítmicas que acompañan el paisaje escultural que conforma la escalera caracol interior. Su función es la de ser “antorcha musical de donde salgan los sonidos que han de unir a la comunidad entera”1
Al otro lado, emerge de la tierra un volumen prismático triangular. Desde allí se accede a la escalera que lleva al pequeño baptisterio subterráneo. Su planta es circular y está cubierto por una cúpula de ladrillos, que originalmente, iluminaba el lugar a través de un ojo de ónix central. Ello instaura un recorrido que acompasa el camino físico con la procesión espiritual del sacramento, para acceder finalmente a la Iglesia siendo recibido por la comunidad de fieles.
Estación Atlántida era entonces una comunidad humilde de obreros y campesinos, siendo Dieste convocado para este proyecto por su expertise en resoluciones económicas y operativas en edificios utilitarios. Lo que se le solicita en definitiva es un galpón que pueda ser usado como iglesia. Sin embargo, él asume el desafío desde otra óptica, desde el arte como sagrado, sensible a la percepción humana y por lo tanto indispensable como conexión emocional entre el espectador y el edificio religioso.
Esta es la primer obra de arquitectura a la que se enfrentó el ingeniero, siendo reflejo de sus convicciones éticas, sus preocupaciones plásticas y su indivisible relación con lo constructivo. En ella amalgama lo tecnológico y formal junto al compromiso hacia los aspectos sociales, religiosos, programáticos y económicos, resultando en una propuesta de significativo valor estético.
1 -Citado de Conferencia de Dieste sobre la Iglesia de Atlántida (sin fecha)
1 comentarios
Veronica - 04-09-2019
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