El proyecto se trata de una remodelación sobre una unidad del edificio Positano, obra del arquitecto Luis García Pardo y concebida como patrimonio de la arquitectura moderna del Uruguay. Ubicado en el barrio Pocitos, sobre la Avenida L. Ponce en su intersección con el Bulevar Artigas, el edificio se eleva sobre el suelo en un volumen paralelo al Bulevar, representando la utopía de la nueva ciudad moderna imaginada en los años 50.
La hibridación entre la estructura y la concepción espacial son conceptos claves en el entendimiento del edificio. De ser así, se apuesta por un esquema estructural que libera la planta de puntos de descarga en sus bordes, deviniendo en un esquema de vigas en ménsula que descargan sobre pilares pantalla y que actúan como placas rígidas alojadas en el núcleo central. Esta organización es perceptible en la sucesión de niveles desde la fachada lateral sobre la calle Charrúa, reduciéndose la cantidad de puntos de descarga a cuatro pilares en planta baja, dotando el basamento con mayor flexibilidad.
En la segunda versión del año 1952, García Pardo imagina una planta totalmente diáfana, donde inserta las distintas habitaciones separadas mediante tabiquería. En el proyecto final, los tabiques de la circulación vertical y baños son los correspondientes de cumplir una función estructural, liberando el perímetro que resta de su prisma perfecto.
La intervención busca reformular el espacio continuo y construir una narrativa novedosa, acorde al habitar contemporáneo. De esta forma, se remueve el local de cocina para una nueva extensión de terraza, logrando un módulo exterior y recuperando el hueco de fachada posterior que había sido cegado por modificaciones previas. Al mismo tiempo, se desmantela el dormitorio de servicios y el dormitorio principal contiguo para alojar en el espacio de estos dos módulos, una isla rotada 15 grados que burla la grilla y construye una nueva ficción espacial.
Los módulos con orientación este y oeste se mantienen como habitaciones de dormitorio, reconstituyendo el módulo sur restante como vestidor, con la inclusión de un armario triangular a 60 grados y revestido en espejos que altera la geometría y desmantela con el reflejo del sol la repartición binaria del espacio.
La intervención propone nuevas posibilidades arquitectónicas que permiten dialogar efectivamente con la organización geométrica y respuestas funcionales del edificio Positano. Sin lugar a dudas, se concibe como un ejemplo arquitectónico contemporáneo que sintetiza la relación armoniosa entre permanencia y transformación.
*extraído de la memoria de los arquitectos