POMELO

Interesa la forma en que se ven y se sirven los platos, diferenciándose gastronómicamente en el uso de materias primas y productos de calidad. La carta es breve pero variada, pensada para todo tipo de público.

La propuesta culinaria se hibrida con la arquitectura que hace público todo lo que ocurre en el lugar. El espacio atestigua el paso del tiempo, los rastros de otros usos que habitaron este mismo espacio, hoy reinventados en una propuesta fresca e inclusiva para todo tipo de paladares. La cascara de lo que antes fue un taller mecánico y un parking se mantuvo otorgando una estética industrial que dialoga con toques de contemporaneidad. Frente a la robusticidad del contenedor se opone el gusto por los detalles. Cada uno de los objetos fue especialmente seleccionado: el mobiliario, la vajilla y por su puesto los platos.

La experiencia de ir a comer y de cocinar se concibe como una sola. La planta abierta permitió integrar el salón a la cocina y a la barra de tragos. La posibilidad de encontrar un espacio completamente libre dio total libertad espacial. En el fondo se dispone la cocina con su bacha de producción, la cámara de frío y un sector de pastelería sectorizado. Sin dejar de mencionar la barra de tragos dada vuelta para que la acción del bar tender se vea y se integre a la dinámica del salón.

Pomelo también es una ventana al público que camina por la calle, los grandes ventanales generan un vínculo directo con el exterior. De esta forma, las acciones interiores se hacen públicas permitiendo ver como es el proceso de las cosas sin importar el lugar donde te encuentres.