Casa Roseti

El Barrio de Villa Ortuzar en la ciudad de Buenos Aires, se caracteriza por ser un barrio residencial, de baja escala y muchos árboles.

La esquina donde se encuentra la obra había sido durante muchos años el quiosco barrial que abastecía la escuela existente a media cuadra. Esa referencia – El kiosquito de Fidel – en este caso, era el destino común de muchas de las esquinas de la ciudad en la primera mitad del siglo XX. En busca de mantener esa referencia y respetar la escala y la huella de lo pre existente se piensa la obra dejando la cáscara de la antigua casa en su estado original y exponiendo al ladrillo macizo en su forma natural, sin revoques ni revestimientos.

Las medidas del lote, 8.66 x 9.00 recortadas por la línea de la ochava, son de las más pequeñas que se encuentran en la ciudad, situación que lo hace inapropiado para la construcción de un edificio y por ende conveniente para la construcción de una casa.

La casa se resuelve en tres plantas con una estructura metálica realizada en perfil grey de 16 cm, elemento que ordena y organiza todas las decisiones y detalles constructivos. Las losas de Steel deck se direccionan según la conveniencia de los encuentros entre la chapa y los perfiles.

Esta estructura hace de base y otorga libertad total para el resto de los cerramientos. En la planta baja y el primer piso, grandes ventanales corredizos de madera proponen límites flexibles, que desdibujan el adentro y el afuera. En el segundo piso, donde se encuentran los dormitorios, una serie de 10 paños vidriados ofician de ventanal, alternando paños fijos con ventanas de abrir.

La casa indaga en las relaciones entre lo doméstico y la ciudad. Entendiendo que hay un acuerdo al que llegar entre el querer mirar hacia la ciudad y la necesidad de mantener la privacidad de un hogar. Es por eso, que el muro preexistente de ladrillo permanece en su altura original y que los niveles de la casa se toman estratégicamente de esa cota, haciendo que al estar parado en el primer piso se vea la ciudad, los árboles, la calle, pero que desde afuera no se vea el interior de la vivienda.

Cada nivel de la casa se resuelve con diferentes filtros hacia el exterior. Regulando con materiales, detalles y vegetación la relación de lo exterior con lo interior.

Al estar orientada hacia el norte se piensan diferentes resoluciones para cada planta: semicubiertos en la planta baja, aleros en el primer piso y parasoles en el segundo, rematando con una terraza a cielo abierto.

La casa se va ordenando alrededor del vacío ubicado justamente en la ochava. Un patio de helechos en la planta baja, hacia donde balconea una terraza seca en el primer piso, hacia donde asoman a su vez los balcones del segundo piso, generando visuales cruzadas, dobles alturas y filtros verticales entre los elementos.

Un gran fresno ubicado en la vereda de la vivienda proporciona colores y visuales variadas durante todo el año, aportando a la idea de ser una casa urbana, que asume y convive llanamente con la ciudad.

*Extraído de la memoria de los arquitectos