Polideportivo Fray Marcos

Además de su cometido como edificio para una función deportiva, se asumió su rol como potencial nuevo icono de la ciudad, que por su porte y características dialogara tanto con la proximidad del tejido residencial como con el paisaje de la vía, la ruta, las viejas fábricas y los molinos de viento de extramuros.

Se plantearon dos límites diferenciados, el de un acceso más institucional vinculado a la calle y otro, opuesto, abierto a la actividad de la plaza. En el primero se recuestan los servicios, en el segundo un gran plano translúcido operable despega y otorga ligereza a la gran envolvente opaca.

Se buscó una apariencia sólida, austera, como pieza de referencia institucional y como centro deportivo y cívico para otras actividades socio - culturales. Su materialidad asegura robustez estructural, tanto para adaptarse a las condiciones de uso de un edificio público de esas características como para contrarrestar los efectos de los vientos y otras inclemencias que la zona tiene. Esa misma solidez, sumada a su dotación de servicios, han sido pensadas también como dispositivo de amparo y protección de los habitantes en caso de desastres naturales como los de su enclave (tormentas, turbonadas, tornados, inundaciones), cada vez más recurrentes habida cuenta del cambio climático. Así, el edificio encuentra su sentido tanto en ser el escenario de lo deportivo, los actos, las fiestas, los espectáculos, como en la posibilidad de ofrecer resguardo y contención desde lo público para la gente.

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Extraído de la memoria de los arquitectos.