La extensa isla de Chiloé se encuentra al sur de Chile y aloja una serie de ciudades en un entorno rural donde predominan las construcciones en madera. Es justamente allí, donde el estudio Ortúzar Gebauer Arquitectos, restaura y transforma una construcción en desuso, en un hotel versátil. La intensión de atraer a diversos tipos de huéspedes, incluye en el programa, una sala multiuso para realizar eventos y un restaurante.
Con una línea de trabajo establecida, se respeta la disposición original en dos plantas, aprovechando la totalidad del espacio en planta baja para áreas de uso común e intercambio social, y la planta superior para las habitaciones. Se prioriza en todos los ambientes la iluminación natural para generar distintas sensaciones en el huésped. Es así que el acceso principal al edificio es en doble altura y se percibe desde su brillo natural, mientras que los pasillos de la planta superior se iluminan cenitalmente, convirtiéndolo en un espacio de pausa y descanso. Por último, y gracias a los grandes ventanales, en las habitaciones se respira amplitud y luminosidad.
Para la imagen exterior del hotel, la madera se trata con alquitrán, generando una capa oscura que alude a la rusticidad del entorno y propicia una edificación más bien introvertida. Una arquitectura que dialoga sutilmente con su entorno.