Buenos Aires
Argentina
Paisajes de Renovación urbana

La ciudad contemporánea registra un espacio de múltiples asimetrías. Un territorio en constante transacción, atravesado por distintas capas de información superpuesta: espacios de movilidad, espacio público, redes de información, infraestructuras de servicios; todas en su conjunto asentadas sobre un territorio metropolitano altamente densificado.

Esta realidad “texturada más que estructurada” se presenta como un producto artificial con notorios problemas de integración paisajística y territorial. La necesidad de resolver procesos activos de construcción, absorción y ruptura del tejido ha provocado un cambio en la instrumentalidad operativa del proyecto que involucra la desarticulación, el vacío y lo impreciso como potencial.

Buenos Aires puede considerarse una “ciudad dual” en la que la esfera de lo social y el entorno físico se encuentran completamente escindidos, producto de los progresivos procesos de “urbanalización” de las últimas décadas. La asimilación de procesos de globalización económica y urbana ha desencadenado en una paulatina fractura del territorio. De ahí que se  haga inminente necesaria la presencia de la naturaleza dentro del entorno urbano.

Entonces: ¿A qué tipo de naturaleza hacemos referencia?

Repensar la ciudad desde la integración paisajística y funcional tiene que ver con trascender el concepto de lo netamente natural articulando lo artificial con lo natural en un nuevo concepto de urbanidad híbrida.

Espacio para la “activación del límite”.

El conjunto de parques de escala metropolitana entre los que se encuentra el Parque Micaela Bastidas y Parque de las Mujeres Argentinas entorno al espacio público de Puerto Madero refieren a procesos de transformación que han concebido el borde costero como eje de referencia.

Buenos Aires estuvo signada desde sus orígenes por la relación que estableció con el río. Sin lugar a dudas el desmesurado crecimiento urbano acentuó cada vez más su carácter introspectivo. El avance de la metrópolis sobre el río dio lugar a una progresiva artificialización del borde. Lo que hoy se entiende por reserva ecológica no es más que el producto artificial de la deliberada acción de rellenos llevados a cabo durante el período dictatorial. Una relación ambivalente entre paisaje y obstáculo que ensancha la distancia espacial y por ende hace necesario encontrar la dimensión de lo urbano por fuera de la trama. Sobre ese borde informe y desarticulado va intentar construir paisaje la acción contemporánea.

Espacio para la reflexión.

El Parque de la Memoria forma parte de la red de parques públicos de la Ciudad Universitaria ubicados en la Costanera Norte. Aquí la dimensión pedagógica adquiere presencia en el espacio a través de la incisión en el terreno. De topografía ondulada pero desnuda, este prado artificial forma parte de las tierras ganadas al río.

Correrse de los límites y operar de lleno en la trama consolidad atañe otros desafíos. Construir una nueva teoría de la densidad que dé lugar a solapamientos complejos entre sus fragmentos.

Espacio para el vacío.

La reja verde perimetral de morfología recortada propuesta por el el estudio Bulla puede entenderse como un gesto rupturista en pleno centro urbano.

La “costura” del tejido cuestiona el sentido del límite invirtiendo y reconvirtiendo el encargo de partida: construir un límite para un estacionamiento privado. El elemento anómalo opera aquí como el factor “sorpresa” que distorsiona al habitante común que transita por la ciudad.

Es el propio límite “manifiesto” el que abre la disyuntiva y cuestiona su propia  existencia como frontera binaria entre lo público y lo privado. De esta forma en vez de fragmentar el espacio genera se genera un continuo.

No cabe duda que el vacío es una excepción dentro del tejido urbano altamente densificado. El proyecto para el Concurso Nacional Parque, Centro de Exposiciones y Convenciones de la ciudad de Buenos Aires propuesto por el estudio Bulla en conjunto con Edgardo Minod se planteó provocarlo.

El edificio se entierra para así generar una plaza que vincula espacialmente el entorno: el parque Thays, el Parque de la Flor y la Facultad de Derecho. Por momentos el edificio reaparece para inducir situaciones estratégicas como en el ingreso. Dinámico a cualquier hora del día el gran espacio vinculante de múltiple altura es muy luminoso y fue pensado para dar cabida a exposiciones durante el día. En tanto, durante la noche, funciona como una atractiva “linterna urbana” de referencia que da sentido de ubicuidad a la ciudad.

Espacios para la conexión.

El Paseo del Bajo se concibe como una infraestructura urbana de 7,1 km de extensión que une las autopistas Illia y Bs As- La Plata. Se ubica entre las arterias Alicia Moreau de Justo – Avenidas Huergo-Madero. Esta costura urbana entre el Sur y el Norte atraviesa los barrios San Telmo, Monserrat, San Nicolás, Puerto Madero, Retiro y Recoleta.

Programáticamente el corredor mejorará ampliamente la fluidez separando el tránsito pesado del liviano. La sectorización por tramos dará lugar a espacios totalmente cubiertos y otros parcialmente generando cruces peatonales transversales. También se suman espacios verdes, nuevas plazas y parques con equipamiento recreativo junto a una red de ciclo vías que promueven la movilidad sustentable. De esta forma se devuelven 60.000 m2 más de espacios verdes para toda la ciudad;  bordes que desarticulan las históricas barreras entre el Río de la Plata y la ciudad.

 

Por: Mariangeles Longo
  • Año: 2020
  • Acceso: todos

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